Hace un par de días vi una silla antigua al lado de un contenedor de basura,
en realidad había dos, pero la otra estaba mucho mas perjudicada,
le faltaba parte del respaldo, pero la otra, la que me llamo la atención al primer golpe de vista,
tenia ese halo de encanto de lo vivido y decadente, que no viejo, esa atracción fatal a la que no pude resistirme.
le faltaba parte del respaldo, pero la otra, la que me llamo la atención al primer golpe de vista,
tenia ese halo de encanto de lo vivido y decadente, que no viejo, esa atracción fatal a la que no pude resistirme.
Sera algo que me queda de una ancestral
deformación profesional de tiempos pasados en los que me dedicaba a
rescatar y restaurar muebles, y demás objetos de decoración.
No se muy bien por que, hay en mi una
cierta debilidad por todo lo abandonado,
ya sean casas, castillos, muebles,
animales....
una vez un psiquiatra me dijo que la
causa era que yo también me sentía abandonada, y era esta una forma de
rescatarme en parte a mi misma,
yo desde luego no estoy en absoluto de acuerdo con esa opinión.
yo desde luego no estoy en absoluto de acuerdo con esa opinión.
Pero volvamos a la silla, estaba algo rota, pero no inservible, solo parte de su respaldo de madera,
que quizás pudiera ser de cerezo estaba en uno de sus costados
algo desencajado, eso tendría muy fácil arreglo, sin duda era su tapizado lo mas castigado por el paso del tiempo , la tela tenia partes descosidas, y en algunas zonas de su asiento se podia vislumbrar otro tejido anterior con rayas de color marron pertenicente al bastidor, en su juventud problamente el color original fuese un suave tono dorado, ahora convertido en un verde ajado, pero enseguida la visualice renovada , después de pasar por mis expertas manos de recuperadora de trastos abandonados.
Lo mas sorprendente de todo, es la
expectación que crea en el resto de los transeúntes el hecho de
recoger un mueble callejero, de pronto todo el mundo te mira
sorprendido, expectante, como si cargaras con un cadáver por la
ciudad, me quede algo extrañada, la tome y solo la lleve hasta un
banco de un parque cercano, donde espere a que vinieran a recogernos
a las dos,
- nada, aquello era como estar acompañada por un circo, no podía comprender, como el insignificante hecho de recoger una silla algo destartalada y de tamaño liviano pudiera desatar tanta curiosidad.
- nada, aquello era como estar acompañada por un circo, no podía comprender, como el insignificante hecho de recoger una silla algo destartalada y de tamaño liviano pudiera desatar tanta curiosidad.
Era un suceso sin importancia, por que el resto de la gente se quedaba boquiabierta y
perpleja ante estos motivos insulsos carentes de cualquier notoriedad?
puede que en esa forma de sorprenderse con cosas tan insignificantes radique mucha de la superficialidad humana, que triste....
puede que en esa forma de sorprenderse con cosas tan insignificantes radique mucha de la superficialidad humana, que triste....
En cambio, son escasos los que se sorprenden al observar
como no pocas personas tienen que dormir en ese mismo banco del parque, o en la oficina de un cajero automático,
sucesos tan trágicos como esos no sorprenden en absoluto al personal, que ya parece que tristemente se ha acostumbrado y pasa de largo.
sucesos tan trágicos como esos no sorprenden en absoluto al personal, que ya parece que tristemente se ha acostumbrado y pasa de largo.
Quedan inadvertidos e ignorados, todos los dramas humanos que pueda haber en cada una de esas personas
abandonadas y deshechas, sin que nadie se gire a mirarlas, sin que nadie quiera recuperarlas y darles una oportunidad..
Son los tiempos que nos tocan vivir, me
acorde por un momento de las películas de los años cuarenta y
cincuenta, de muchas en las que se mostraba la vida cotidiana en los patios de vecinos de Madrid o de cualquier otra ciudad , era normal
en la época cargar con bultos, paquetes, y hasta colchones, que
finos nos hemos vuelto!
en cuanto uno no acarrea una bolsa de unos grandes almacenes o de la boutique franquiciada por excelencia, ya se le mira como a un bicho raro,
en cuanto uno no acarrea una bolsa de unos grandes almacenes o de la boutique franquiciada por excelencia, ya se le mira como a un bicho raro,
que poco hemos evolucionado, o que mal
lo hemos hecho, no nos escandaliza la pobreza y el sufrimiento humano
y nos quedamos extrañados con un detalle que antes pasaría
totalmente desapercibido.
Ojala pudiera despertarme en uno de esos patios de vecinos, en los que se dejaban a los niños al cuidado de la portera, cuando tenias que ir a correos a por un paquete que te mandaba tu tia la del pueblo, mientras los ancianos tomaban sidra en la bodega de la esquina, y se le de daba una taza de caldo al que lo necesitaba para que por lo menos entrara en calor,
y entre unos y otros, arrimando un poco el hombro aquí y allá, se llevaban mejor las penurias que en aquellos tiempos tambien las habia,
y seguramente eran pocas, muy pocas la veces que veías una silla tirada en la basura, por que se intentaba aprovechar todo, o se le regalaba a la vecina del tercero que andaba mal de mobiliario.
Ojala pudiera despertarme en uno de esos patios de vecinos, en los que se dejaban a los niños al cuidado de la portera, cuando tenias que ir a correos a por un paquete que te mandaba tu tia la del pueblo, mientras los ancianos tomaban sidra en la bodega de la esquina, y se le de daba una taza de caldo al que lo necesitaba para que por lo menos entrara en calor,
y entre unos y otros, arrimando un poco el hombro aquí y allá, se llevaban mejor las penurias que en aquellos tiempos tambien las habia,
y seguramente eran pocas, muy pocas la veces que veías una silla tirada en la basura, por que se intentaba aprovechar todo, o se le regalaba a la vecina del tercero que andaba mal de mobiliario.
Que pena de camino desandado....